Todos conocemos muy bien cuáles son los pilares fundamentales dentro de una dieta a la que podamos considerar como sana y equilibrada: comer frutas y verduras a diario, incluir las legumbres cada semana, evitar las grasas saturadas…entonces, ¿dónde está el problema? ¿Por qué aumenta cada día más la tasa de obesidad, especialmente la infantil?
Una de la principales causas de este crecimiento es la facilidad con la que podemos obtener cada día alimentos de baja calidad nutricional. Me explico con un ejemplo claro y conciso: en cualquier bar de menú del día, de esos que encuentras a la vuelta de la esquina de cada ciudad, tu pretendes hacer un desayuno sano y debes pagar 4 – 5 euros por un vaso de leche, con una tostada de pan y un zumo de naranja NATURAL, sin embardo, si tu opción es de un café y un bollo envasado (de esos que rebosan grasas trans por el plastiquito) pagas 2 – 3 euros ¿..?, me resulta totalmente incongruente.
Es más, si decides volver a ese mismo restaurante a la hora de la comida y eliges el menú, lo tendrás bastante complicado si ese día te apetece fruta de postre, ya que, a no ser que quieras una naranja, en muy poquitos bares te dan esta opción, eso si, nunca te faltara “el postre dulce de la casa” ¿…?
Como vemos, no resulta muy fácil ni muy económico acceder a una nutrición sana y equilibrada. Por lo tanto, es mayor el esfuerzo que debe realizar una persona si decide adoptar esta alimentación en su día a día.
Aún así, yo os animo a cada uno de vosotros a que probéis durante unos meses a mantener una dieta sana, comprobareis en muy poco tiempo como al estar bien alimentados tenéis más oportunidades de vivir con salud, de aprender y trabajar mejor y de protegeros de enfermedades. Comer equilibradamente no quiere decir llevar una dieta hipocalórica sino comer a lo largo del día con moderación y variedad. La alimentación variada asegura la incorporación y aprovechamiento de todos los nutrientes que necesitamos para crecer y vivir saludablemente.
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Muy interesante! totalmente de acuerdo!
tiene toda la razón ! Pero es un poco difícil .
Añadiría además la dificultad añadida del «rechazo» a priori al llevar una alimentación sana. Parece que eres el raro si no coges el bollo o el postre azucarado o si prefieres un buen plato con verduras de guarnición a las habituales patatas fritas. Supongo que es un claro reflejo de lo que nos queda por aprender como sociedad pero cuanto menos choca esa manga ancha de la que siguen gozando ciertos alimentos. Y es impepinable que siga saliendo más rentable comer mal y que no se haga nada.
Buen artículo.