![nutricion infantil educación nutricional](https://www.dietistasnutricionistas.es/wp-content/uploads/2019/12/nutricion-infantil-696x464.jpg)
En los últimos años el interés por la nutrición ha cobrado mucha importancia. Cada vez hay más personas que acuden a nutricionistas, se descargan Apps que ayudan a hacer compras saludables y leen los ingredientes de los etiquetados. Esto sucede porque existe más evidencia científica que demuestra que un factor implicado en la calidad de vida y la longevidad es la alimentación. Pero, ¿cómo trasmitir unos buenos hábitos alimentarios a los niños?
¿Por qué hay que aprender nutrición desde la infancia?
Antiguamente se comía lo que había. Si se había pollos, se mataban y se comían los pollos. Que en el huerto o en el mercado había patatas, se compraban y comían patatas. Si había cosecha de coles, te podías pasar varias semanas comiéndolas. Se comía lo que había.
Pero, ¿qué ha sucedido en el último cuarto de siglo? Se sigue comiendo lo que hay, pero ahora la mayoría de los alimentos que encontramos son procesados. Es una GRAN diferencia.
En las estanterías de un supermercado encontramos desde arroz tres delicias congelado, fideuás de «calentar y listo», callos con garbanzos enlatados o coulants que se preparan en 3 minutos. En cualquier supermercado encontramos cientos de alimentos (procesados) de sabores muy apetecibles, que difícilmente pueden competir con unos pollos, unas patatas o unas coles.
Son alimentos que se ofrecen a los niños casi desde el destete, con todos sus aditivos, todas sus grasas de mala calidad y todo su azúcar. Así que está claro que la alimentación que recibieron nuestros abuelos y padres de niños es muy diferente a la que reciben los niños hoy en día. La industria alimentaria, año tras año, conoce más las debilidades del consumidor y sabe cómo atraernos y rodearnos de tentaciones procesadas cuyo consumo hay que aprender a moderar.
Cómo recibir educación nutricional
¿Y qué podemos hacer ante esta situación? La única solución es recibir educación nutricional y trasmitir esta información a nuestros hijos, para que crezcan con el criterio suficiente para elegir qué comer y qué no comer. Las escuelas, van tomando nota de la necesidad de trasmitir educación nutricional pero este trabajo debe verse reforzado en las casas de los niños.
Los padres deben predicar con el ejemplo haciendo compras saludables junto a sus hijos, cocinando y comiendo alimentos y preparaciones saludables. No vale cocinar dos menús: madres, padres e hijos deben comer lo mismo. Y si hay dudas al respecto de cómo debe hacerse esto, lo mejor es acudir a un experto en dietética y nutrición que identificará qué hábitos pueden corregirse, cuáles pueden potenciarse, enseñará a la familia a hacer una compra saludable y a realizar una buena planificación alimentaria. Este tipo de aprendizaje suele hacerse a lo largo de varias sesiones y el conocimiento adquirido puede influir muy positivamente en la salud de los miembros de la familia.
En los casos en los que los niños han adquirido hábitos especialmente difíciles de cambiar, si hay bajo peso o en casos de patologías diagnosticadas que afectan a su sistema digestivo, también se puede acudir a un dietista especialista en nutrición pediátrica.
Alimentación y actividad física, el mejor tándem
En un artículo en el que queremos trasmitir la importancia de fijar unos hábitos saludables para disfrutar de una buena salud y mejorar la calidad de vida, es necesario hablar del papel que juega la actividad física.
Si hay un segundo gran hábito al que acostumbrar a los niños desde pequeños es a practicar ejercicio de manera regular. El ejercicio regular colabora en la salud y densidad ósea, en el desarrollo de la musculatura, en la coordinación y el equilibrio (algo clave a la hora de prever posibles caídas y fracturas) y en la salud cardiovascular.
Los niños deben acostumbrarse a tener una vida activa alejada del sendentarismo y esto se consigue acostumbrándolos, desde pequeños, a caminar y a realizar actividades deportivas dirigidas.
El simple hecho de prescindir del uso de medios de transporte en trayectos cortos, subir y bajar escaleras siempre caminando o realizar excursiones y caminatas de fin de semana, ya puede influir positivamente en los futuros hábitos del niño. Si complementamos esta vida activa con la práctica regular de algún ejercicio que pueda gustar al niño o niña, conseguiremos que en su vida adulta quiera seguir con este hábito.
Y si el deporte llega a ser uno de los protagonistas del día a día de la familia, es recomendable contactar con un dietista especializado en nutrición deportiva que será la persona idónea para pautar una dieta adecuada al ejercicio y estilo de vida.
Así que, ¿pedimos a los Reyes Magos unos buenos hábitos alimentarios?
Imagen de Daria Obymaha