
Como era lógico, el frio llegó, ya era extraño que en el mes de noviembre no echáramos mano del abrigo. Es normal que con estos altibajos de temperatura se manifiesten los catarros, estados gripales y como no, las afecciones bucofaríngeas (las más comunes son la laringitis, faringitis y amigdalitis). Si estáis pensando que voy a hablar sobre un alimento “milagro” que va a acabar con estas patologías, la respuesta es un no rotundo, pero si que vamos a tratar algunos alimentos y/o nutrientes que contribuirán al buen estado de nuestra garganta, especialmente interesante para personas en las que la infecciones de este tipo son recurrentes, se trata de todos los alimentos que contienen vitamina A.
La vitamina A se caracteriza por las importantes funciones que desempeña en nuestro organismo, voy a comentar alguna de las más importantes.
Funciones de la vitamina A
- Tiene un papel relevante durante el crecimiento: la vitamina A interviene en la formación y el crecimiento de las células por lo que es esencial para el crecimiento de los niños. Esta vitamina es necesaria para el correcto crecimiento y desarrollo.
- Poder antioxidante: Tanto los retinoides como los carotenoides pueden actuar como antioxidantes, aunque los carotenoides son más activos De este modo, diversos estudios han puesto de manifiesto que los carotenoides pueden disminuir la oxidación de las LDL (comúnmente conocido como colesterol malo), y con ello los problemas cardiovasculares que conlleva su oxidación.
- Visión: ayuda a mantener sana la conjuntiva, que se trata de la membrana transparente que cubre la porción anterior del globo ocular, y contribuye a la formación de la rodopsina, este es un pigmento rojizo sensible a la luz, y que es muy importante en la visión nocturna.
- Por otro lado, participa en el desarrollo y queratinización epitelial y colabora en el crecimiento óseo y celular: mantenimiento de dientes, y de tejidos óseos y blandos, así como la piel.
- Pero sin duda la más relevante en este caso es su papel primordial en la respuesta inmunitaria, esta implicada en el desarrollo de los glóbulos blancos, como los linfocitos B y T, y además mejora la acción de los anticuerpos ante determinadas infecciones, a tal efecto, la Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos (EFSA) ha aprobado tal indicación. De hecho bajo receta medica se dispensan medicamentos a base vitamina A y vitamina E en el caso de personas que sufren continuas infecciones bucofaríngeas o que son susceptibles de padecerlas.
Fuente: MedlinePlus [Internet]. Bethesda (MD): Biblioteca Nacional de Medicina (EE. UU.) Vitamina A
Fuentes alimentarias
La vitamina A está presente en los alimentos en diferentes formas como retinoides o carotenoides.
La vitamina A (retinol) se encuentra mayoritariamente en la materia grasa de ciertos alimentos de origen animal como carnes, hígado de pescado o de ternera, cordero o cerdo, yema de huevo, leche, mantequilla, queso o nata y margarina enriquecida, constituyendo los aceites de hígado de pescado las fuentes naturales más ricas en vitamina A.
Por su parte, los carotenoides y en especial el ß-caroteno, se encuentra en los vegetales fuertemente coloreados, ya que forma parte de los pigmentos, rojo, amarillo o verde, como es el caso de la zanahoria, tomate, calabaza, espinacas, perejil, mango, albaricoque, melón, etc.
La ingesta recomendada va desde los 600 μg/d en niños hasta 2500- 3000 μg/d en adultos, embarazadas y lactantes.
Consecuencias del déficit de vitamina A
Cuando una persona tiene un déficit de vitamina A, puede notar una pérdida de visión, especialmente en situaciones de luz tenue o de noche. También se puede ver comprometido el sistema inmune siendo propensa a las infecciones.
Sin embargo, la carencia de esta vitamina en países desarrollados son inusuales, pero hay que prestar especial atención a niños y ancianos. Durante la infancia, porque es una etapa de continuo crecimiento y requiere mayor aporte de vitamina A, y en el caso de los ancianos, porque en muchos casos no suelen llevar una dieta equilibrada y/o saludable. En muchas ocasiones las personas mayores experimentan una disminución del apetito y esto puede llevar a carencias nutricionales.
Begoña, muy buen trabajo! 😉