A tu lado izquierdo: servilleta y tenedor; a tu lado derecho: cuchillo, cuchara y smartphone. Comida rápida, hay que trabajar, estudiar e interactuar con el/la/los/las individu@/@s del otro lado del móvil. ¿Sigo teniendo hambre? La verdad no lo sé, pero por si acaso voy a comerme uno de esos bollitos de chocolate que trajo mamá mientras les envío una foto a mis amigas por WhatsApp del Sr. Bollo que me estoy zampando y poniendo varios iconos chocopasteleros. La foto ha quedado tan bonita que estoy aplicándole filtros para subirla a mi Instagram. ¡Madre mía, pero qué bueno está este bollo! –Hija, ¿te gusta? – ¡Ay, no seas pesada, que estoy con el móvil!
Aunque por hoy, no pasa nada, mi móvil, que es muy inteligente sabrá las calorías que he chocoingerido y me las restará. Quizá esta noche, solo toque crema de verduras y una fruta.
¿Qué ha pasado con nuestra vida? ¿Dónde fue a parar las comidas en familia, los cafés con las amigas y las cenas con tu pareja? ¿Hemos prescindido del placer de comer tranquilamente? ¿Qué inconvenientes nos ha supuesto la tecnología? ¿Hay ventajas?
Mi respuesta: ni idea. Hace tiempo que voy a cenar y mis amigas no sacan su smartphone. Cuando el camarero viene a ver si ya hemos decidido lo que queremos, aún hay 3 o 4 rezagadas subiendo fotos a Instagram del bonito restaurante a dónde hemos venido (que además, luego publicarán otra con el postre).
Os diré lo que sucede cuando estamos utilizando nuestro smartphone o tablet en vez de estar pendientes de lo que comemos, haciendo una buena elección alimentaria, masticando bien los alimentos y haciendo pausas, disfrutando del aroma y sabor de los alimentos a la par que de una buena conversación con nuestros acompañantes, porque, comer al fin y al cabo es un acto social, un ritual donde todos podemos colaborar, desde la cocina a la mesa. Sucede que nos distraemos, que masticamos rápido y comemos más, que tomamos lo primero que se nos ocurre, que nos interesa más en ese momento lo que dice Piqueras en el telediario y la foto que se ha enviado por el grupo del trabajo que tu hijo no se quiera comer el brócoli. Traduciendo esto, básicamente, lo que ocurre es que descuidamos nuestra alimentación y nos es fácil aumentar de peso. Lanzo la siguiente pregunta: ¿de verdad nos compensa?
“Edo, ergo sum” o lo que es igual “Como, luego soy” decía Miguel de Unamuno. La comida tiene una serie de significados distintos unos de otros, es decir, la utilizamos para premiarnos, puede representar amor y cariño, hay implicaciones religiosas etc. Es un acto demasiado complejo para que lo obviemos comiendo con el móvil al lado del tenedor.
Sin embargo, he de decir, que la tecnología también tiene sus ventajas. Gracias a algunas aplicaciones relacionadas con la salud, hay más gente concienciada que se preocupa por saber las calorías y el perfil nutricional de lo que consume, según recientes investigaciones, incluso pueden ser de utilidad para el colectivo de dietistas-nutricionistas, para un buen control del paciente.
Como consejo del día, disfruta a la hora de comer en familia y con tus amigos. Preocúpate de la elección de tu menú o del de tus hijos, colaborad todos juntos, hasta los más pequeños para que aprendan que la comida es algo más que un acto de alimentarse. Mastica más para comer más lento y que tu cuerpo sepa cuando está saciado e interactúa con tus acompañantes. Haz una sobremesa libre de móviles y de más tecnología y dedícate a vivir de manera saludable. Tu smartphone puede esperar.