Seguramente, alguna vez has escuchado hablar o te has referido a la hinchazón y la inflamación abdominal como sinónimos. Habitualmente, se piensa que tanto la hinchazón como la inflamación abdominal se refieren a una misma situación o problema. Sin embargo, en realidad, inflamación e hinchazón son entidades muy diferentes, no son lo mismo. Además pueden tener diferente causa.
Cómo diferenciar la hinchazón abdominal de la inflamación abdominal
Cuando hablamos de hinchazón o distensión abdominal, nos referimos a cuando por ejemplo nos cuesta expulsar los gases y esto nos hace ver el abdomen más inflado y con la desagradable sensación de habernos tragado un globo. Para hacerlo más visual bastaría con mirar algún video de cirugía laparoscópica de vesícula biliar. En este caso podrás ver cómo, antes de empezar, el cirujano inyecta aire en el abdomen para poder tener una mejor visualización de la vesícula. En este caso, podría verse claramente que la distensión a la aplicación de gas en la zona para poder realizar mejor la cirugía y no se trata de una reacción inmunológica.
Sin embargo, cuando hablamos de inflamación nos referimos al proceso que siempre conlleva cambios a nivel inmunitario. La inflamación, en este caso abdominal, se presenta como respuesta a la presencia de un agente extraño o cuando nuestro cuerpo no es capaz de reconocer sus propias células, como sucede en enfermedades autoinmunes.
La inflamación puede ser una respuesta positiva
Dentro de la inflamación abdominal que hemos descrito, podemos encontrar dos subtipos: la inflamación local y la inflamación sistémica.
- Inflamación local: decimos que hay inflamación abdominal local cuando se produce una infección intestinal por alguna bacteria, por ejemplo. En este caso, nuestro cuerpo pone en marcha el sistema inmune para poder deshacerse del intruso. Precisamente son estos mecanismos de defensa los que logran acabar con el agresor a través de una inflamación aguda que luego se resuelve. En este caso, podemos considerar que la respuesta inflamatoria es positiva.
- Inflamación sistémica: si, por ejemplo, padecemos obesidad abdominal, es decir, se nos ha acumulado grasa en esta zona y dejamos que los meses vayan pasando, hay riesgo de inflamación sistémica. En este caso, la grasa abdominal va segregando citoquinas inflamatorias que a su vez puede favorecer la aparición de diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, cáncer, etc.
En definitiva, podemos decir que cualquier inflamación local que sea pasajera será positiva para nuestro cuerpo. La inflamación local culminará en la cicatrización o curación y así podremos volver a la normalidad. Sin embargo, en el caso de una inflamación sistémica, se logra cronificar el proceso inflamatorio. Esto ocasiona que haya mayor riesgo de enfermedades crónicas y desregulación del sistema inmunitario, como también sucede en enfermedades inflamatorias intestinales. Por este motivo, en las enfermedades inflamatorias intestinales se acaban presentando manifestaciones extraintestinales.
¿Puedo tener inflamación e hinchazón o distensión abdominal a la vez?
Pues sí, es bastante habitual que se presenten ambos problemas a la vez, por lo que es entendible que estos conceptos se puedan confundir. Por ejemplo, en el caso de la celiaquía mal tratada, siempre hay inflamación crónica y daño intestinal. Este hecho, sumado a las malas digestiones, puede favorecer la hinchazón o la distensión abdominal.
La alimentación proinflamatoria vs. alimentación antiinflamatoria
Cuando nos referimos a alimentación antiinflamatoria, no nos referimos a una dieta para bajar la distensión o hinchazón abdominal. A lo que hacemos referencia es a una dieta saludable que sea capaz de influir en los cambios inmunitarios de manera positiva. Es decir, aumentando directa o indirectamente las citoquinas antiinflamatorias. Se trata de una alimentación rica en antioxidantes, proteínas de origen vegetal y fibra. Esto significa que una dieta antiinflamatoria debe incluir variedad de verdura, fruta, legumbres, frutos secos, semillas y farináceos integrales. Todos estos alimentos son capaces de mejorar nuestra microbiota y el funcionamiento intestinal. Además, nos ayudan a regular nuestra inmunidad y poseen un alto valor nutricional.
¿Por qué hay alimentos saludables que me sientan mal?
Existen casos concretos, habitualmente, casos de trastornos intestinales como gastroenteritis, síndrome de intestino irritable o enfermedades inflamatorias en las que se debe evitar algunos de estos alimentos saludables: legumbres, vegetales flatulentos o farináceos integrales. Esto se debe a que el intestino no es capaz de digerirlos en ese momento. Sin embargo, no podemos decir que se trate de alimentos pro-inflamatorios per se. Cuando el aparato digestivo se haya recuperado de la enfermedad subyacente, podremos a volver a consumirlos de forma regular.
Para volver a consumir estos alimentos saludables, será necesario hacer la reintroducción poco a poco, como sucede con la dieta FODMAP. Siempre se busca volver a incluir de forma personalizada esos alimentos tan saludables.
Evita estos alimentos inflamatorios para proteger tu salud
Por último, cuando nos referimos a alimentación proinflamatoria hacemos referencia a la alimentación que es capaz de cronificar la inflamación. Un claro ejemplo sería lo que sucede con la western diet, muy rica en ultraprocesados. Esta dieta se caracteriza por ser alta en azúcares refinados, proteína de origen animal, sal y grasas de baja calidad. Este tipo de alimentación poco saludable no solo está asociado con enfermedades crónicas como diabetes, obesidad o cáncer; sino también patologías digestivas y cambios negativos en la microbiota intestinal que favorecerán a la inflamación sistémica.
Bibliografía:
- Herbert Tilg ,Niv Zmora ,Timon E. Adolph yEran Elinav . La microbiota intestinal que alimenta la inflamación metabólica. 2020. Nature Reviews Immunology. Vol 20, paginas 40 – 54.
- Krause Dietoterapia. Mahan, L.K. Escott-Stump, S., Raymon, J. 13ª edición. 2013 Elsevier España, S.L
- https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/000821.htm