Hace unos días los medios de comunicación se hacían eco de una encuesta realizada por la OCU (organización de consumidores y usuarios) en la que hacían referencia a los métodos y resultados utilizados por los españoles para adelgazar.
Entre otros datos se comenta que 6 de cada 10 españoles no están contentos con su peso por lo que han intentado adelgazar durante el pasado 2013. Eso no es ninguna sorpresa si tenemos en cuenta que actualmente el 64% de los hombres y el 44% de las mujeres de nuestro país tienen sobrepeso.
Si nos fijamos en la motivación el 90% afirma que es por sentirse bien consigo mismo frente a un 31% que lo hace por salud o prescripción médica.
El problema viene cuando nos fijamos en los resultados de estos «retos». A pesar de que 1 de cada 3 encuestados que se propusieron adelgazar lo consiguieron, solo 1 de cada 10 consiguió mantener el peso perdido. Es más, si analizamos ese 1 de cada 3 que consiguió perder peso, un 50% recupero algo del peso perdido, un 25% todo el peso y, lo más alarmante, un 15% incluso recuperó más peso del que había perdido.
A esto hay que sumar otros efectos nada recomendables que sufrieron los encuestados como mal humor, tristeza, cansancio, hambre y debilidad.
¿Qué estamos haciendo mal?
Para analizar estos malos resultados habría que plantearse cual es el método elegido para perder peso, y si realmente es la opción más correcta.
Un 31% recurrió a la actividad física pero sin tener en cuenta la dieta. Mientras que un 13% si que optó por la combinación de ambas (dieta + ejercicio). Y el resto, utilizaron otros «métodos» como comprar productos. La encuesta no indica cual de estos perfiles es el que recuperó peso, pero no hace falta darle muchas vueltas para adivinarlo.
El problema viene como casi siempre a la percepción que tenemos de lo que significa perder peso. Lo primero, perder peso no es adelgazar, para adelgazar debemos perder grasa y muchas veces lo que conseguimos es simplemente deshidratarnos o disminuir el glucógeno muscular. Es por ello que con algunas dietas y productos milagro aparentemente pesamos menos en pocos días, pero la cantidad de grasa no ha disminuido. Con lo que una vez dejamos de tomar esos productos o seguir esa dieta rigurosa se tiende a recuperar todo el peso perdido.
Si se opta por la modalidad de aumentar la actividad física pero sin tener en cuenta la alimentación, quizás consigamos bajar de peso en primera instancia, pero el organismo no estará preparado para afrontar ese aumento de ejercicio indiscriminado. Como consecuencia, aumenta el hambre, se tiende a comer más cantidad o alimentos de mayor carga calórica. El problema viene cuando la falta de una alimentación acorde a nuestro desgaste físico haga que nos sintamos sin fuerzas y nos disfrutemos del ejercicio. Lo que seguramente ocurrirá es que abandonaremos en cuanto hayamos bajado unos kilos, puesto que el hábito no se ha implantado.
Y aquí es cuando viene la sorpresa, después de unos meses de esfuerzo hemos aumentando la ingesta, pero dejamos de hacer ejercicio… comemos más, nos vemos menos, efecto rebote asegurado.
Está demostrado que una alimentación sana es precursora de un estilo de vida saludable (incluyendo la actividad física) y viceversa. Cuando empezamos a cuidarnos lo hacemos en todos los ámbitos, por eso no se puede dejar de lado ninguno de ellos. No se trata de aumentar el ejercicio mientras que quieras perder peso y cuando lleguemos a nuestro objetivo abandonarlo, lo mismo ocurre con la dieta. Debemos incluir ambos en nuestro estilo de vida, pero para quedarse. Puede que los resultados no sean tan rápidos como los que prometen las dietas milagro, pero conseguiremos que perduren en el tiempo.
¿Y si en vez de gastarnos el dinero lo empleamos mejor?
Otra frase que me ha llamado la atención es que de media los españoles se gastan 151€ al mes para adelgazar, y aquí incluimos todos los métodos. Desde lo que deciden comprar productos milagros (bastante más caros) a los que lo hacen por su cuenta y no se gastan nada, el caso es que esta media puede parecer desorbitada para una economía media.
Si pensáis que acudir a un dietista-nutricionista que te paute una dieta personalizada y realice el seguimiento es muy caro os aseguro que está muy por debajo de esos 151€ al mes, incluso si incluimos a un licenciado en ciencias de la actividad física que nos ayude con el entrenamiento. Así que en vez de gastar más o menos dinero quizás habría que plantearse: ¿Lo estamos invirtiendo bien?
De nuevo hay que hacer hincapié en la idea principal y desterrar de una vez falsas creencias. Si no te funciona, ¿Por qué siempre haces lo mismo?
Adelgazar requiere de un tratamiento multidisciplinar y de adquirir unos hábitos que se mantengan en el tiempo, mediante constancia y tiempo, pero no necesariamente una fuerte inversión económica. Por eso nunca hay que olvidar:
El éxito de un programa de pérdida de peso no esta en perder unos kilos, ni en el tiempo que se invierta en ello, sino en conseguir mantenerlo.
Foto: freedigitalphotos.net
Y si quieres perder peso, este vídeo te dará las claves para conseguirlo sin perder la cabeza
Hola, es muy interesante esta perspectiva.
Personalmente yo prefiero emplear mi dinero y mi tiempo en hacer algun deporte que me guste(al principio puede ser dificil, pero solo al principio), tambien solo compro alimentos naturales que no te salen para nada caro.