InicioCocinaAlimentación¿Por qué no sé alimentarme de manera saludable?

¿Por qué no sé alimentarme de manera saludable?

Cada vez hay más estudios que señalan que una alimentación saludable puede prevenir enfermedades no transmisibles como la diabetes, cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares o algunos tipos de cáncer.

En un mundo a caballo entre la obesidad y la desnutrición, el desarrollo de la ciencia relacionada con la alimentación cuenta ya con evidencias que pueden ayudarnos a prevenir enfermedades y a tratar algunas patologías. Pero, ¿por qué no sé alimentarme de manera saludable?, ¿por qué tengo un «cacao» de creencias y mitos que no me dejan elegir bien mi alimentación?.

Antes de nada, ¿estoy sano?

Ningún dietista-nutricionista sustituye tu paso por la consulta de un médico de medicina general. Muchos pacientes que llegan a las consultas de los dietistas-nutricionistas vienen derivados de los médicos de los Centros de Atención Primaria o de los centros privados. Actualmente también hay seguros de salud baratos que puedes escoger dependiendo de tus necesidades. Tu médico de cabecera es la persona que debe revisar periódicamente tu estado de salud. 

Los médicos derivan a los pacientes a los dietistas-nutricionistas generalmente cuando ya hay un problema de salud que debe tratarse mediante la dietoterapia, pero lo que hay que tener claro es que una correcta educación nutricional colabora de manera directa en la prevención de muchas enfermedades. Por tanto, vale la pena anticiparse a ese diagnótico del médico y decidir recibir educación nutricional antes, dirigiéndote a un dietista-nutricionista que pueda orientarte. 

«En cuanto a nutrición, venimos de una tradición más extensa en bulos que en evidencia»

¿Por qué no tengo claro qué alimentación me conviene?

Hasta hace no tanto la medicina era una ciencia que practicaba alguien que, lo mismo te afeitaba, que te sacaba un colmillo y eso sin mencionar la figura de los médicos-chamanes, que mezclaban curación con ritos ancestrales. Lo más parecido a un dietista-nutricionista era tu madre o el charlatán que vendía pócimas a las que atribuía remedios para calmar dolencias digestivas producidas por una alimentación que en muchos casos no tenía ni pies ni cabeza. En cuanto a nutrición, venimos de una tradición más extensa en bulos que en evidencia, así que la ciencia de la nutrición tardaría bastante en llegar.

En España, la carrera universitaria que otorgaba el título de Diplomado en Nutrición Humana y Dietética se creó en 1998. Por aquel entonces, la marcas que vendían bollería y otros productos azucarados, se acercaban a las escuelas públicas y privadas a explicar nutrición y a recomendar sus productos a niños y a padres. A partir de ahí, todo estaba por construir o más bien, por deconstruir. La nueva ola de profesionales titulados debía deconstruir creencias y mitos, bien arraigados en tradiciones familiares o maravillosamente extendidos por las campañas publicitarias. Vaya, un David contra Goliat.

¿Cómo vas a tener claro si debes comer o no cereales azucarados si la televisión te ha bombardeado con imágenes que proyectan que es muy sano y además tu madre te los compra y te los sirve para desayunar a lo largo de 15 años? ¿Cómo vas a pensar que el azúcar es perjudicial si en la mayoría de momentos más felices de tu vida el azúcar era el ingrediente principal de los “alimentos” que comías? ¿Cómo vas a dejar de comer chorizo si con solo olerlo tu rostro asoma una sonrisa? Lo dicho, David contra Goliat.

¿Cómo debe ser una alimentación saludable?

Las bases de una alimentación saludable hoy en día están bastante claras aunque hay algunas recomendaciones que varían según avanzan los estudios y las guías de alimentación se actualizan.

La alimentación humana debe potenciar los alimentos de origen vegetal

Se sabe que en nuestra alimentación deben predominar los alimentos de origen vegetal: vegetales, tubérculos, fruta, cereales como el trigo o el maíz en su forma integral (no refinados), semillas, frutos secos y legumbres. Entre estos alimentos encontramos la fibra y las vitaminas y los minerales que nuestro organismo necesita para llevar a cabo sus funciones.

Además, en estos alimentos de origen vegetal hay grasas saludables presentes en las semillas, frutos secos y legumbres. Las legumbres también nos proporcionarán proteína, tan necesaria para la “construcción” de los tejidos de nuestro organismo. Los cereales integrales como el trigo, la avena, el arroz o el maíz, nos proporcionarán la energía que nuestro cuerpo precisa para realizar su actividad.

Además de estos alimentos de origen vegetal, si somos omnívoros, podemos introducir otras fuentes de proteína saludables, como los huevos, pescado, marisco o carnes, evitando embutidos y carnes procesadas.

Como la dietista-nutricionista de Alimmenta Carme Ferrer comentaba en este artículo, “la carne roja y procesada contiene, en mayor o menor medida, una serie de compuestos cuya ingesta se asocia al riesgo de padecer diversas enfermedades crónicas como enfermedades cardiovasculares o cánceres. Estas sustancias son ácidos grasos saturados, colesterol, sal y nitritos, que están de forma natural en la carne o que son añadidos o formados durante el proceso de cocinado”.

En dietas omnívoras y ovolacteovegetarianas, también se recomienda introducir lácteos en forma leche, queso y yogur, que para muchas personas representan su fuente principal de calcio.

La hidratación debe ser con agua o también infusiones.

«cuanto más terreno ganen en tu alimentación los alimentos saludables, menos terreno tendrán el resto de alimentos»

¿Qué alimentos se deben evitar/moderar?

Si la mayor parte de tu alimentación se compone de los alimentos que hemos nombrado anteriormente, no hay problema si introduces algunos alimentos procesados. De hecho, hay que recordar que hay muchos procesados saludables, como puede ser un bote de garbanzos, una lata de atún o de tomate triturado.

Se recomienda no introducir en la alimentación o moderar la ingesta de embutidos, bollería y alimentos o bebidas con azúcar, así como bebidas alcohólicas. Los supermercados están llenos de ultraprocesados con grandes listados de ingredientes entre los que predominan un exceso de sal, de azúcar y de aditivos. Una buena práctica es acostumbrarse a no introducir estos productos en la compra semanal y, si los quieres probar, que sea de manera esporádica.

Es importante recordar que, cuanto más terreno ganen en tu alimentación los alimentos saludables, menos terreno tendrán el resto de alimentos, los que más se esfuerza en vender la industria alimentaria. Y ten muy presente, como decíamos al principio del artículo, que unos buenos hábitos te ayudarán a prevenir enfermedades, pueden colaborar a alargar tu esperanza de vida y sobre todo, tu calidad de vida. Cuanto antes se adquieran estos hábitos, mejor.

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Belén Rubio
Belén Rubio
Disfruto viajando y comiendo. Mis mejores días han sido cuando he juntado las dos cosas. Me dedico a la comunicación&nutrición. Licenciada en periodismo, técnico superior en dietética y nutrición, postgraduada en guión audiovisual.

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