El cáncer es la segunda causa más frecuente de mortalidad en los países desarrollados. Numerosos estudios ecológicos, observacionales analíticos y experimentales en humanos han proporcionado múltiples evidencias sobre la relación de la dieta y el cáncer. Un estudio llevado a cabo por De Doll y Peto R, en 1981, afirma que la proporción de muertes por cáncer atribuibles a la dieta es del 35%.
Una nutrición incorrecta actúa como un factor de riesgo en diversos tipos de cáncer, y una buena alimentación es un factor de protección para muchos tipos de cáncer.
Si una dieta saludable debe ser, suficiente, variada, equilibrada y moderada, parece que la nueva dieta de poblaciones económicamente desarrolladas no se ajusta a estos cuatro principios y hay datos actuales que confirman su influencia en el desarrollo de muchas enfermedades y de su posible relación con la mayor incidencia de cáncer.
La modificación de los hábitos alimentarios provocada en nuestra sociedad estos últimos 30 años empieza a ser un grave problema sanitario, la disminución en el consumo de productos de origen vegetal, junto con el aumento en el consumo de carnes, grasas y productos refinados; nos están conduciendo a una dieta que podemos considerar como “factores de riesgo de diversos tipos de cáncer”.
Nuestra alimentación puede constituir un importante factor de riesgo, o un importante factor de antirriesgo. Hay que tener en cuenta ciertos hábitos:
- En primer lugar hay que reducir el consumo de:
- Calorías: El consumo de hidratos de carbono de absorción rápida (azúcares, bollería, refrescos azucarados…).
- Carne: El exceso consumo de carnes rojas grasas, está en estrecha relación con el cáncer de colon y recto.
- Alcohol: Al consumo elevado de alcohol, se le atribuye un efecto cancerígeno sobre el colon y el recto.
- Y por lo tanto, en segundo lugar hay que aumentar el consumo de:
- Cereales: Se observa una reducción del consumo de cereales. El pan es un alimento a volver a introducir. Contrariamente a lo que se dice, no engorda si se evita impregnarlo de mantequilla u otras materias grasas. Es necesario volver a dar pan en la merienda o desayuno de los niños.
- Legumbres: El consumo de legumbres frescas se ha reducido, igual ha pasado con el de legumbres secas. Estas nos aportan grandes cantidades de fibra a nuestra dieta.
- Verduras y hortalizas: aportan un amplia gama de vitaminas y minerales, sustancias de efecto anticancerígeno y fibra.
- Frutas: Las frutas frescas contienen más de un 80% de agua, y una cantidad variable de glúcidos así como una gran variedad de vitaminas antioxidantes.
- Agua: La cantidad de agua (bebida y contenida en alimentos) necesaria en un régimen equilibrado y para un adulto es de unos 2-3 litros al día. Las frutas y legumbres contienen un 90% de agua, la carne un 70%, y, el pan, un 35%.
Una de las dietas mas recomendadas y estudias por su alto beneficio para la salud es, La Dieta Mediterránea, ésta contribuye a disminuir el riesgo de padecer patologías crónicas como son las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la obesidad y la diabetes, las cuales afectan a un sector importante de la sociedad. Con respecto a la obesidad se ha visto que la mortalidad por cáncer es significativamente más alta entre los individuos en los cuales el sobrepeso supera en un 40% su peso ideal.
Son características primordiales de la Dieta Mediterránea tradicional la ingesta de cereales y sus derivados (arroz, pasta y pan), legumbres, frutas, frutos secos, verduras y hortalizas, con menos cantidades de huevos, aves, pescado y derivados lácteos y aún menores porciones de carnes. Estos alimentos se saborean normalmente con aceite de oliva y se acompañan de una ingesta moderada de vino tinto en la comida. La actividad física regular i moderada es una característica de la forma de vida mediterránea y un complemento importante de la saludable Dieta Mediterránea tradicional.
BIBLIOGRAFIA:
- Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer/Instituto Estadounidense de Investigación sobre el Cáncer. Alimentos, nutrición, actividad física, y la prevención del cáncer: una perspectiva mundial. Washington, D.C.: AICR, 2007.
- Páramo Hernández D, Sierra Arango F. Dieta, nutrición y cáncer gastrointestinal. Rev Col Gastroenterol/ 20 (3) 2005
- P. Ordóñez Morán. Efecto beneficioso de la vitamina D en el cáncer colorrectal. Alim. Nutri. Salud Vol. 13, N.º 3, pp. 67-73, 2006
- F. J. G. Muriana. Papel de los ácidos grasos omega-3 en la carcinogénesis. Alim. Nutri. Salud Vol. 12, N.º 3, pp. 101-107, 2005.
Sensacional artículo. Tremendamente claro, interesante y práctico.
¡Estoy de acuerdo con todo lo que propones e intento llevarlo a cabo!
A mi juicio, la dieta mediterránea, no solamente previene el cancer, sino la mayoría de las enfermedades inflamatorias e inmunitarias.
En la consulta y en mi web de Pediatria Nutricional, estamos trabajando con niños que padecen enfermedades inflamatorias e inmunitarias comunes, como bronquitis, otitis, sinusitis, catarros de repetición, hipertrfia adenoidea, etc. a los que recomendamos la dieta mediterránea, y los resultados son asombrosos. Lo estamos publicando.
Quizá tengamos la ventaja de que a los niños es más fácil hacerles comer bien, aunque no tanto, ya que tenemos que luchar contra una tremenda presion industrial.