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El fundamento y los múltiples usos de una dieta blanda

La odiada dieta blanda, también conocida como antidiarreica o simplemente como astringente, puede suponer en algunos momentos de nuestra vida una importante aliada. Resulta curioso, puede que no sea nuestra preferida, incluso puede que la aborrezcamos, sin embargo, a ella nos agarraremos como si de un clavo ardiendo se tratase si con ello facilitamos una mejora de ese profundo malestar que nos aqueja.

Es una de esas dietas de antaño, de transmisión popular, que generación tras generación hace mella, quedándose grabada en nuestra mente desde pequeños, ¿a quién no le daban agua con limón o caldo de arroz cuando de niños estábamos «malos de la tripa»?. Ahora bien, acotar el fundamento de esta dieta a simplemente esto, es reducir demasiado su utilidad, por ello profundizaremos un poco más en la diversidad de posibilidades que ofrece esta dieta.

Ahora sí, qué es la dieta blanda

El término «dieta blanda» hace referencia a diversos planes dietéticos personalizados, que incluyen básicamente alimentos íntegros de consistencia blanda con pocos condimentos, contenido en fibra moderadamente bajo y que no carece de nutrientes en comparación con las recomendaciones dietéticas diarias, siempre que el individuo sea capaz de consumir cantidades adecuadas de alimentos.

No solamente está indicada para mitigar la diarrea, equilibrar el estómago y evitar los vómitos, sino que también puede utilizarse tras la recuperación de una cirugía, para quienes tienen problemas de masticación y/o deglución (por evitar condimentos, grasas y ciertos alimentos de difícil digestión) o para pacientes con ciertas enfermedades gastrointestinales como la gastritis, colitis, úlceras en el aparato digestivo, etc. Sin embargo, la dieta blanda va más allá. Puede ser apropiada para el tratamiento en diversos tipos de cáncer, en enfermedades neurodegenerativas (como el Alzheimer o el Parkinson), así como para ayudar en alteraciones hepáticas y renales o para la preparación de ciertas pruebas clínicas, entre otras.

Cuáles son sus principios generales

Como sí de los 10 Mandamientos se tratase, hemos elaborado un decálogo con diversos puntos que no debemos olvidar para llevarla a cabo correctamente.

Decálogo de la dieta astringente

1

Las comidas serán frecuentes y de poca cantidad.

2

Es muy importante beber líquidos, preferentemente fuera de las comidas para evitar la deshidratación.

3

Debe ser una dieta estricta, es decir, ingerir aquellos alimentos que estén pautados, siempre variando lo máximo la alimentación.

4

Eliminar de la dieta los alimentos flatulentos y la fibra, ya que estimulan el volumen de las heces y el peristaltismo.

5

No consumir alimentos ni muy fríos ni muy calientes.

6

Comer despacio, en un ambiente tranquilo y reposar después.

7

Suprimir los fritos, embutidos y salados que irriten la mucosa, así como limitar las grasas. También suprimir la leche, puesto que la lactosa conlleva una digestión prolongada.

8

Eliminar los estimulantes del reflejo gastrocólico y peristaltismo como puede ser el café.

9

Poco a poco introducir nuevos alimentos progresivamente, siempre de menor a mayor consistencia y de técnicas culinarias más sencillas a mayor condimentadas.

10

Si el médico ha pautado la administración de medicamentos acompañar éstos junto a la dieta. En caso de alguna contraindicación específica preguntar al médico.

En qué se basa la dieta blanda

En general, constituye la transición entre la dieta líquida y la dieta general. Se basa en ir pasando por una serie de fases, que van a variar en función de la tolerancia y características del sujeto, y que puede consistir en avanzar desde una dieta absoluta de alimento de 6 a 24 horas junto con reposición líquida, para ir avanzado con una dieta líquida con agua de arroz o zanahoria y té, e ir continuando con alimentos semisólidos como el arroz hervido, caldos suaves, jamón cocido y patata cocida, para después probar con yogures, carne o pescado cocido y a la plancha, de forma que culminemos esta progresión con nuestra dieta habitual.

A continuación exponemos otros ejemplos que pueden servirnos a la hora de elaborar nuestra propia dieta blanda:

Zumo de limón diluido en agua

Infusiones

Suero oral

Caldo de zanahoria muy cocida

Sopa y caldo de arroz y cebolla

Patata y zanahoria cocida

Pescado hervido y sazonado

Jamón, pollo y pavo cocido

Tortilla francesa

Huevo pasado por agua

Manzana al horno sin piel

Fruta cocida o en compota

Pan tostado

Arroz hervido

Yogur o yogur líquido

Pescado a la plancha

Verduras hervidas

Galletas tipo María

Carne poco condimentada

Pastas

¡¡¡Dejar para el final las legumbres!!!

En definitiva, lo básico es introducir nuevos alimentos progresivamente siempre de menor a mayor consistencia y de preparaciones culinarias simples a mayor condimentadas, hasta finalmente culminar en nuestra dieta habitual.

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David Gómez López
David Gómez López
Diplomado en Nutrición Humana y Dietética (UCM). Postgrado y Máster en Calidad y Seguridad alimentaria: Sistema APPCC (UVIC/BTC) (Curso 2011-2012).

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3 COMENTARIOS

  1. Hola David ,ya sé que no tiene nada que ver con este artículo artículo pero tú qué opinas del aceite de coco en usarlo en dietas blandas y en la dieta cotidiana.un saludo .

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