La alimentación complementaria es el conjunto de alimentos diferentes a la leche materna, o a la fórmula artificial, con que se empiezan a alimentar los bebés a partir de los seis meses de edad.

Es importante recordar que la alimentación complementaria se llama así porque complementa a la leche materna (o a la de fórmula), pero no la sustituye. Durante todo el primer año de vida la leche es el alimento principal del bebé, de forma exclusiva los primeros seis meses, y junto a otros alimentos durante el segundo semestre del año. En este periodo la leche sigue aportando la mayoría de los nutrientes que necesita el bebé, excepto el hierro, y lo hace en las cantidades más adecuadas para ellos.
Los lactantes vegetarianos y veganos tienen las mismas necesidades nutricionales que los lactantes no vegetarianos – simplemente estas necesidades se cubren utilizando otros alimentos. Lo importante es que el bebé reciba la cantidad de nutrientes que necesita para crecer y en una proporción adecuada; el origen de estos nutrientes es secundario.
De acuerdo con la Academia Americana de Nutrición y Dietética una dieta vegetariana o vegana bien planificada es adecuada en todas las edades de la vida, incluyendo a los bebés y niños pequeños. No hay razones científicas para desaconsejar esta alimentación en la infancia, pero es importante que todas las familias vegetarianas reciban una orientación nutricional apropiada con el fin de garantizar que los niños se benefician al máximo de esta forma de alimentación.
Aunque muchos pediatras siguen entregando a los padres “calendarios” con el orden en que los distintos alimentos deben ser ofrecidos, la verdad es que la introducción de la mayoría de alimentos puede hacerse en cualquier momento después de los seis meses, y no se ha demostrado que retrasar alguno de ellos o que el mismo orden de introducción tenga mucha relevancia.
Lo que sí es importante es que cada vez que ofrezcamos un alimento nuevo esperemos 2-3 días antes de dar ese mismo u otro alimento nuevo, para asegurarnos de que no se producen reacciones al mismo.
Hay dos maneras principales de iniciar la alimentación complementaria. La forma en que tradicionalmente se ha hecho en España es a base de papillas y purés, es decir, alimentos inicialmente muy triturados que progresivamente se van espesando a medida que el bebé se va acostumbrando a los sólidos. El niño o la niña reciben una cantidad y una composición de alimentos previamente establecida. Otra forma, que va ganando en popularidad y por buenas razones, es la que se conoce como alimentación complementaria a demanda o dirigida por el bebé (en inglés baby-led weaning). En esta modalidad el bebé come directamente, por sí mismo y desde el principio, alimentos que se le ofrecen en la mesa, en general al mismo tiempo que el resto de la familia. Ellos eligen cuánta cantidad y qué alimentos les resultan más interesantes en cada momento.

Pautas generales en el inicio de la alimentación complementaria

  • Siempre ofrece el pecho antes de cualquier otro alimento. La alimentación complementaria tiene tanto o más valor educativo que puramente nutricional. Para que el bebé se sienta a gusto y explore la comida que se le ofrece y disfrute probando nuevas texturas y sabores, es importante que no esté hambriento.
  • No fuerces nunca a comer a tu hijo o hija. Tanto si le das comida triturada como si le das sólidos, respeta siempre sus necesidades. Si no quiere más es que no necesita más y forzarle solo puede perjudicarle. Como en el caso de los adultos, hay niños que comen mucho y otros que comen poco, cada uno tenemos un metabolismo y unos requerimientos diferentes. La cantidad de cada alimento debe estar siempre dictada por el niño o la niña.
  • Si utilizas leches o bebidas vegetales diferentes a la de soja (arroz, almendras, avena, etc), es mejor empezar a ofrecerlas después del año, no en cantidad mayor a un vaso al día y eligiendo con preferencia las fortificadas o preparadas con calcio. La razón es que estas bebidas son bajas en calorías y proteínas y ocupan demasiado volumen en el estómago de un niño pequeño, y como resultado el consumo habitual puede hacer que disminuya su apetito por otros alimentos más necesarios a esta edad. La leche o bebida de soja, especialmente si está fortificada o preparada con calcio, es una excepción, pues su contenido en nutrientes es muy similar al de la leche humana o de otros animales y puede utilizarse como bebida láctea principal (dos vasos al día) a partir del año.
  • Los niños menores de un año no necesitan ni sal ni azúcar añadidos y es mejor evitar todo lo posible estos ingredientes. Si ocasionalmente tienes que utilizar preparados infantiles comerciales elige los que tengan cero o una cantidad mínima de azúcar. La miel, y otros siropes vegetales como el sirope de maíz pueden contener esporas de botulismo y no deben ser utilizados en la preparación de comidas durante el primer año de vida.

Grupos de alimentos en la alimentación complementaria del lactante vegetariano

Verduras. Son uno de los alimentos que antes se ofrece a los bebés, generalmente en forma de puré, aunque si hemos optado porque el bebé dirija su alimentación desde el primer momento la mayoría de verduras se pueden ofrecer cocidas y partidas en trocitos pequeños desde muy pronto.
Hay dos verduras con las que hay que tener un poco de precaución durante el primer año: la acelga y la espinaca. Tienen una cantidad elevada de nitratos y de oxalatos y no son convenientes para bebés pequeños: se pueden utilizar de vez en cuando pero siempre en cantidades muy pequeñas; si puedes sustituirlas por otras, mejor.
Frutas. Se pueden ofrecer todas desde el principio, bien en forma triturada en papillas o en trocitos (bien maduras). Si las ofreces en trocitos al bebé muy pequeño puede ser conveniente al principio cocer un poco las más duras como la manzana o la pera. Es importante que el bebé se acostumbre al sabor de las frutas y que cada día coma algo de este grupo, pero no es necesario darle grandes cantidades. La fruta tiene pocas calorías y mucha agua y puede quitarle el apetito al bebé si le damos mucha. Puedes darle ocasionalmente y en pequeña cantidad (no más de 100ml) zumo de naranja, de mandarina, de pomelo, manzana u otras frutas, preparado en casa en el momento, pero es mejor que no tomen zumos comerciales, ya que suelen tener mucho azúcar.
Legumbres. Son ricas en proteínas, hierro y zinc y por lo tanto el sustituto natural de la carne en la alimentación vegetariana y vegana. Como el resto de los alimentos, se pueden introducir a partir de los seis meses y no es necesario esperar hasta el final del primer año, como ha sido la costumbre en España.
Las legumbres son fuentes concentradas de nutrientes y con una pequeña cantidad es suficiente, sobre todo al principio. Se consideran legumbres las lentejas, garbanzos, alubias y guisantes, y también la soja y sus derivados (leche y yogur de soja, tofu y tempeh, principalmente) y los cacahuetes.
Las legumbres se pueden ofrecer inicialmente junto con el puré de verduras. De esta forma se digieren fácilmente y el hierro se absorbe mejor gracias a la vitamina C de las verduras. Siempre deben estar muy bien cocidas.

¿Cómo podemos incorporar las legumbres a partir de los seis meses? Aquí hay varias ideas:

    • Puré de zanahoria, boniato y lentejas rojas. Las lentejas rojas no necesitan remojo y se cuecen con las verduras en unos 20 minutos. Se digieren muy bien y son la primera opción para el lactante pequeño. Una cucharada sopera de lentejas crudas (10-15g) añadidas al puré en el momento de empezar la cocción es más que suficiente. Este puré es muy rico en vitamina A, en proteínas y hierro.
    • Puré de patata, cebolla, brécol y tofu. Tiene un sabor muy agradable y es rico en proteínas, hierro y calcio; además de en vitamina C. Es conveniente cocer el tofu (15-20 gramos) con el resto de las verduras.
      Puré de calabaza y judías azuki. Estas son unas alubias rojas más pequeñas que las tradicionales y que se digieren fácilmente. Son muy ricas en hierro, magnesio y zinc, además de en proteínas. La calabaza añade una buena dosis de vitamina A.
    • Puré de tomate, puerro, calabacín, zanahoria y lentejas pardinas. Un puré con sabor mediterráneo. Muy rico en vitaminas A y C y con todas las propiedades de las lentejas.
    • Hummus (crema) de garbanzos y sésamo. Este plato de la cocina tradicional del Medio Oriente es una maravilla nutricional. Combina las propiedades de las legumbres y las semillas de sésamo. Es rico en proteínas, calcio y hierro, así como en vitaminas del grupo B y E. Se puede ofrecer a los niños que ya empiezan a masticar, para que unten trocitos de pan; también se puede ofrecer con cuchara o dejar que unten los dedos y lo coman directamente. Combínalo con una fruta o papilla de frutas de postre.
    • Yogur de soja; se puede ofrecer en la merienda, mezclado con la papilla de frutas; o como postre en otros momentos. También se puede utilizar tofu sedoso para preparar mousses o cremas de frutas.

Más adelante se pueden ofrecer las mismas combinaciones de verduras y legumbres ya no trituradas, sino mezcladas con otros alimentos como pasta (pasta con salsa de tomate y tofu, por ejemplo), o arroz o quinoa (dhal de lentejas con arroz). La mantequilla de cacahuetes (sin grasa ni azúcar añadidos) se puede untar en rebanadas de pan o en galletas, o se puede añadir a la papilla de cereales o al porridge de avena (es una combinación muy sabrosa y nutritiva). Cerca del año podemos ofrecer trocitos de hamburguesas de tofu, trocitos de tempeh, croquetas caseras.

Cereales. A pesar de que cuando oímos esta palabra la asociamos enseguida a los paquetes de papillas de cereales para bebés, la verdad es que estos alimentos preparados no son necesarios en la alimentación de nuestros hijos. Puedes utilizarlos ocasionalmente para hacer alguna papilla (aunque para esto puedes utilizar todavía mejor copos de avena – el porridge o las gachas de avena), pero recuerda que son también cereales el pan (de trigo, centeno), el arroz, el cous cous, la pasta, la polenta de maíz. Aunque la quínoa es realmente una semilla, se comporta en la cocina como si fuera un cereal y se incluye en este grupo. Todos estos alimentos se pueden utilizar tal cual, bien cocidos, desde los seis meses, y tienen la ventaja de que forman parte de la dieta de la familia y que no hay que comprar ni preparar nada especial.
Actualmente se recomienda no retrasar la introducción del gluten (que está en el trigo y en el centeno principalmente, y también en la cebada y algo en la avena). Lo ideal es que los bebés empiecen a tomarlo entre el 6º y el 7º mes de vida, y todavía mejor si mientras tanto aún están tomando leche materna, pues parece que la leche materna favorece la tolerancia al gluten.
Si el niño no es celíaco ni tiene una intolerancia demostrada al gluten no hay motivo para hacer una dieta sin gluten. El gluten no es perjudicial en sí mismo, solo lo es para aquellas personas que no lo pueden digerir.
Frutos secos y semillas. Son alimentos que se utilizan muy poco, y todavía menos en la dieta infantil, pero son verdaderos tesoros de nutrientes y enriquecen las comidas de los bebés. Una vez que el bebé esté tomando el resto de alimentos, puedes empezar a añadir frutos secos en pequeña cantidad, siempre molidos o en crema. Hasta que el niño o la niña no tienen 3-4 años y son capaces de masticar y tragar perfectamente no es conveniente que tomen frutos secos enteros por el riesgo de atragantamiento; pero sí se pueden añadir molidos o en crema a sus comidas desde muy pronto.
Además de utilizar tahini (crema de sésamo) para preparar el hummus, puedes añadir una cucharada de esta crema a cualquier otro puré de verduras, sobre todo si están hechos a base de verduras dulces (zanahoria, calabaza, boniato) puesto que el sabor amargo del sésamo contrarresta el dulce de estos tubérculos. Puedes añadir una cucharada de crema de almendras (¡sin azúcar añadido!) a la papilla de frutas o a la de cereales. Más adelante puedes espolvorear nueces recién molidas muy finitas sobre los platos de pasta o de verduras; y avellanas sobre los de frutas y los yogures. Con los anacardos se preparan “quesos” para untar sobre pan o crackers que son muy nutritivos y que les encantan a los niños.
Lácteos y huevos. Los niños ovolactovegetarianos pueden tomar 3-4 huevos por semana a partir de los 6-7 meses; es importante que, al principio sobre todo, estén bien cocidos. Pueden sustituir a las legumbres en el puré de verduras de vez en cuando o tomarse en tortilla cuando ya son un poquito más mayores y empiezan a masticar. Durante el primer año de vida el lácteo principal es la leche materna o la fórmula artificial de sustitución y es mejor no dar ningún otro lácteo, o en muy poca cantidad, durante estos meses. Los lácteos no tienen prácticamente hierro y un exceso de lácteos en la alimentación del bebé favorece el desarrollo de anemia. Al final del primer año se puede ofrecer algún yogur (¡no hace falta que sean yogures específicos “para bebés”! – de hecho los mejores yogures son los naturales que no llevan azúcar ni nada más añadido y a ser posible que procedan de ganaderías ecológicas), un poco de queso fresco, etc.
Aceites. En la preparación de los purés de verduras y legumbres o en las comidas que lleven estos alimentos es conveniente añadir una cucharada de aceite de oliva virgen, preferiblemente al final de la cocción. Dos o tres veces por semana se puede sustituir el aceite de oliva por aceite virgen de lino de primera presión en frío, por su aporte de ácido linolénico (precursor de los ácidos grasos omega 3). Es mejor no utilizar rutinariamente aceite de girasol u otros aceites vegetales pues tienen una alta proporción de ácidos grasos omega-6 y baja de omega-3.

Suplementos. La Academia Americana de Pediatría y la Asociación Española de Pediatría recomiendan que todos los bebés menores de un año tomen un suplemento diario de 400 UI de vitamina D, independientemente de que reciban lactancia materna o fórmula artificial.
A partir de los seis meses de vida los bebés veganos deberían empezar a recibir un suplemento semanal de 250 microgramos de vitamina B12 que complemente la cantidad que reciben a través de la leche. Las madres que dan el pecho deben asegurarse de recibir un aporte fiable y regular de vitamina B12 para garantizar unos buenos niveles de esta vitamina en la leche.
Una dieta vegetariana o vegana bien planificada proporcionará el resto de vitaminas, minerales y otros nutrientes que el bebé necesita a esta edad. No es necesario ni recomendable tomar suplementos multivitamínicos si no hay una indicación médica concreta.

Bibliografía

– American Dietetic Association. Position of the American Dietetic Association: Vegetarian Diets. J Am Diet Assoc. 2009;109: 1266-1282.
– Asociación Española de Pediatría. Alimentación complementaria dirigida por el bebé. En: http://enfamilia.aeped.es/vida-sana/alimentacion-complementaria-dirigida-por-bebe
– Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria. ¿Son necesarios los suplementos de vitamina D? En: http://www.familiaysalud.es/medicinas/farmacos/son-necesarios-los-suplementos-de-vitamina-d

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2 COMENTARIOS

  1. Hola,queria hacerle a mi hija de 8 meses unas galletas que llevan sésamo(tahin),y en el herbolario me dijeron que no puedo hasta el año y medio,aunque no me convence, puedo dárselas ya?

  2. Hola Miriam me encanto tu articulo, me despejo muchas dudas y me dejo unas cuantas, pero a sido lo mas alternativo e incluyente que encontre, gracias

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