El papel de la vitamina D en nuestro organismo es fundamental para mantener una buena
salud ósea y un correcto funcionamiento del sistema inmune. Siendo tan esencial para nuestro organismo, resulta significativo destacar que gran parte de la población tiene déficit de vitamina D, nada sorprendente si tenemos en cuenta que gran parte de la vitamina D la obtenemos a través de la exposición solar.
Las rutinas y ritmo de vida actuales hacen que sea una tarea complicada exponerse unos minutos al sol aun viviendo en zonas de climas cálidos. Pero como se trata de una vitamina tan deficitaria como esencial, queremos darte las claves para que tus niveles de vitamina D no decaigan en todo el año. Así tendrás un sistema inmune preparado para combatir contra virus e infecciones.
¿Cómo funciona la vitamina D?
Siempre hablamos de vitamina D, pero la vitamina D es realmente una hormona. En el caso de los humanos, la mayor parte de la vitamina D procede de la transformación de 7-
dehidrocolesterol, presente en las células de nuestra piel, en colecalciferol cuando nos
exponemos a la luz ultravioleta. El colecalciferol que se ha obtenido se transporta hasta el hígado unido a una proteína transportadora. En este momento, la vitamina D en forma de colecalciferol aún no puede llevar a cabo sus funciones porque necesita ser hidroxilada dos veces para activarse.
Esta hidroxilación es un proceso que consiste en sustituir un átomo de hidrógeno del compuesto por un grupo hidroxilo (OH), es decir, se oxida el compuesto. La primera hidroxilación se produce en el hígado por la acción de la enzima 25-hidroxilasa y, como resultado, obtenemos la 25 (OH) vitamina D. Esta pasa a la sangre y, de nuevo con una proteína transportadora, se dirige hacia el riñón. Es en el riñón donde se produce la segunda hidroxilación, gracias a la enzima 1-hidroxilasa. Entonces, como resultado, obtenemos la 1,25(OH)2 vitamina D o calcitriol. El calcitriol es la forma activa de vitamina D que ya puede desempeñar sus funciones en el organismo.
Funciones de la vitamina D: protege tus huesos y tu sistema inmune
La vitamina D y la salud ósea
La principal y más conocida función de la vitamina D es la de ayudar a regular el calcio y el fósforo del organismo. Esta función de la vitamina D es esencial para mantener una buena salud ósea. Cuando el cuerpo detecta que los niveles de calcio son bajos, secreta hormona paratiroidea (PTH). Esto hace que se estimule la función de la enzima del riñón que activa la vitamina D. Entonces, la vitamina D activa se libera a la sangre y va a los tejidos diana para normalizar los niveles de sangre. Lo puede hacer de 3 formas:
- Aumentando la absorción intestinal de calcio procedente de los alimentos.
- Incrementando la reabsorción de calcio filtrado por los riñones.
- Utilizando el calcio de los huesos, es decir, con la resorción ósea.
La vitamina D y el sistema inmune
Como hemos mencionado, si bien esta es la función más conocida, cada vez son más los
estudios que confirman la relación entre la vitamina D y el sistema inmune. De hecho, niveles adecuados de vitamina D pueden tener efectos positivos tanto en la inmunidad innata como en la adaptativa.
La inmunidad innata es aquella formada por las barreras físicas y las defensas químicas y celulares de nuestro organismo que nos protegen de forma inmediata cuando un agente que puede resultar una amenaza entra en nuestro cuerpo. Actúa de forma rápida e inespecífica. En este sentido, se ha observado que el calcitriol potencia la transcripción de proteínas con capacidad de destruir bacterias, virus y hongos.
Por otro lado, la inmunidad específica, es la que adquiere el organismo cuando se encuentra más de una vez con el mismo agente patógeno. No es inmediata, se adquiere cuando el cuerpo se encuentra con un nuevo patógeno y genera una respuesta primaria, creando anticuerpos que lo destruyen y generando memoria para repetir la respuesta si se vuelve a encontrar con el patógeno. Aquí, la vitamina D tiene una función antiinflamatoria y ayuda a prevenir la autoinmunidad, ya que se ha visto que enfermedades autoinmunes, aquellas en las que atacamos a nuestro propio cuerpo, podrían estar relacionadas con niveles bajos de vitamina D en sangre.
La mayoría de estudios que relacionan niveles adecuados de vitamina D y con un buen
sistema inmune se han realizado analizando infecciones respiratorias como los resfriados o tuberculosis; e infecciones víricas como la infección por coronavirus, gripe, hepatitis B o VIH.
¿Qué pasa si mis niveles de vitamina D están bajos?
Si los niveles de vitamina D se mantienen bajos de forma prolongada, se puede producir
raquitismo en el caso de los niños y osteomalacia en los adultos. Además, el déficit de
vitamina D también puede causar osteopenia y osteoporosis, que hacen que disminuya poco a poco la cantidad de hueso de nuestro cuerpo.
Niveles bajos de vitamina D también se relacionan con la debilidad muscular y un empeoramiento de la función del sistema inmune frente a infecciones.
Cómo obtener la vitamina D que necesitas
Como hemos comentado, la principal fuente de vitamina D es la exposición solar. Sin
embargo, no siempre es una tarea fácil y la exposición necesaria dependerá de diferentes
factores como la zona geográfica, el tono de piel o la edad.
Otras formas de obtener suficiente vitamina D son:
- Alimentos ricos en vitamina D como el pescado azul, los lácteos o los huevos.
- Alimentos enriquecidos y suplementos de vitamina D. Los alimentos enriquecidos con vitamina D como algunos tipos de leche, bebidas vegetales o cereales pueden ser una opción. Los suplementos de vitamina D pueden ser necesarios en algunos casos, siempre bajo la supervisión de un profesional cualificado. La vitamina D se encuentra en la naturaleza en dos formas: ergocalciferol o vitamina D2, de origen vegetal y colecalciferol o vitamina D3, de origen animal. En el caso de los alimentos enriquecidos, normalmente se opta por la vitamina D2, pero la vitamina D3 parece ser más estable según apuntan los estudios.