Uno de los principales objetivos de los padres es dar a nuestros hijos una alimentación saludable para que no les falte de nada y crezcan sanos y fuertes.
Cabe destacar que en lo que la alimentación de nuestros hijos se refiere debemos potenciar la educación nutricional y no sólo preocuparnos por nutrirlos.
Me explico, nuestra función como padres es asegurarnos que se conviertan en adultos sanos e independientes en todos los sentidos. Así que, no sería lo mismo darle un batido con todos los nutrientes necesarios (nutrir) a enseñarle a comer de forma saludable para toda la vida (educación nutricional). El objetivo final será mucho más efectivo, porqué serán personas capaces de elegir correctamente.
Para una buena educación nutricional algunas de las claves son:
- Dar buen ejemplo: Los niños quieren parecerse a sus padres y nos observan constantemente. Se ha comprobado que cuantas más comidas se hacen en familia menos riesgo de trastornos de la conducta alimentaria tienen posteriormente.
- Paciencia: Se calcula que un niño necesita probar una alimento nuevo al menos siete veces antes de aceptarlo. Hay que fomentar que prueben cosas nuevas pero sin forzar, que lo vayan probando hasta que se acostumbre al sabor y finalmente tomará la ración completa sin agobiarse.
- La comida no debería ser ni un premio ni un castigo: Ni obligar a comer un plato de acelgas hasta que deje el plato limpio (“¡y sino te lo comes para desayunar!” o “te quedas sin postre”), ni “si haces tal cosa bien te doy una chocolatina”. Esto lleva a utilizar la comida como recompensa y favorece la “ingesta emocional”.
- Dejar que se sirva el plato él mismo. Se ha observado que los niños son capaces de graduar su nivel de hambre muy bien.
- Enseñarles a escuchar a su estómago. Tienen que reconocer cuando están saciados y no acabárselo todo para agradar al adulto. Respetarle si nos dice que ya está lleno (aunque haya comido menos de lo normal, todos tenemos días de más o menos apetencia).
- Dejarles participar tanto en la elección como en la preparación de la comidas. El tema es permitirle eliminar algún alimento que rechaza mientras lo sustituya por otro saludable. Por ejemplo una ensalada sin pepino, sigue siendo una ensalada saludable, pero si la va a disfrutar más la tomará más a menudo. Y veréis que si ellos han ayudado a prepararla o han intervenido en la elección, la aceptarán con alegría.
Con estos consejos conseguiréis que vuestros hijos coman de forma variada y saludable y como consecuencia crecerán sanos y fuertes. Los podéis aplicar a cualquier grupo de alimentos que queráis potenciar.
Por ejemplo, para potenciar que tomen más fruta. Lo primero será que os vean comer fruta.
Podéis incluir una en el desayuno, y otra en una comida principal. Dejad que elija las frutas que más le gustan y poco a poco vaya probando otras nuevas. Recordad que al menos una de las frutas deberá ser rica en vitamina C (kiwi, cítricos o fresas). Es importante que la fruta esté en su óptimo grado de maduración, le gustará más.
Una de las formas más fáciles de añadir nuevas frutas es haciendo macedonias en las que la fruta nueva está en pequeña cantidad. Utilizar la fruta en momentos de indulgencia, en fiestas de cumpleaños o momentos especiales y la reconocerá como algo bueno y sabroso.
De vez en cuando, la podéis combinar con chocolate u otros complementos dulces, pero en realidad lo que haréis es disfrazarla y lo que apreciará será el chocolate y no la fruta en sí. Puede ser interesante darle formas atractivas y que participe en su creación, o incluso pensar recetas originales para incluirlas en preparaciones principales como ensaladas.