
El artículo de hoy participa dentro del I Carnaval de Blogs de Nutrición. Podéis leer el resto de entradas aquí.
Primero de todo felicitar a todas las personas que han participado en este I Carnaval de Nutrición. Si por algo destacan todas las entradas publicadas es por su gran calidad y por las diferentes visiones mostradas sobre un mismo tema.
Si en algo estamos de acuerdo es que la formación, el cariño y el ejemplo que reciben nuestros hijos va a determinar en gran medida su vida adulta: sus conocimientos, el desarrollo de todo su potencial, la relación con otras personas y, en definitiva, su capacidad de ser felices. Cuando hablamos de nutrición, la relación que existe con la salud es directa.
En los últimos años ha existido un gran desarrollo de la nutrigenética y que nos permite, a día de hoy, conocer el riesgo genético que tiene un niño en el desarrollo de enfermedades como la diabetes o la obesidad. Aquí la nutrición cuenta un papel esencial ya que podemos conseguir que este niño no se convierta en un adulto enfermo mediante una alimentación adaptada a su genética.
Quién debe enseñar a nuestros hijos a comer
En una sociedad con exceso de información, con inversiones multimillonarias en publicidad y con intereses comerciales en casi toda relación humana, ¿están los padres preparados para educar a sus hijos en temas nutricionales? Muchos conocemos a personas que han realizado todo tipo de dietas milagro para perder peso, que piensan que los hidratos te hacen engordar, que el azúcar es malísimo para el cuerpo, que la carne es muy buena, que somos el único mamífero que toma leche cuando ha dejado ya de ser lactante… Mi opinión personal es que la mayor parte de los padres no tienen un conocimiento adecuado de lo que es una alimentación sana y que, por esa razón, es difícil que puedan enseñar a sus hijos a alimentarse de forma correcta.
Los que trabajamos diariamente con pacientes vemos cómo muchísima gente de menos de 30 años no saben cocinar, sólo son capaces de comprar comida precocinada y cómo muchos niños el único pan que conocen es el pan de molde. Todo esto lo hubiéramos evitado si durante la etapa escolar hubieran recibido unas clases sobre nutrición y cocina. Ahora que nos echamos las manos a la cabeza viendo el aumento del coste sanitario y la «supuesta» necesidad de los recortes, ¿cuánto se ahorraría toda la sociedad si nuestra alimentación fuera equilibrada? Desde aquí proponemos que durante la enseñanza obligatoria se enseñe cómo debe ser la alimentación de una persona a lo largo de su ciclo vital y qué debe ser «normal» y qué no dentro de nuestra dieta.
Por último, queremos defender la figura del dietista-nutricionista como el profesional sanitario experto en nutrición humana. Ni enfermeros, ni médicos ni farmacéuticos han estudiado una carrera para dedicarse a la nutrición y muchos que se dedican a ello lo hacen poniendo en grave riesgo la salud de sus pacientes.