La lactancia materna es mucho más que una simple forma de alimentar al recién nacido, puesto que supone numerosos beneficios tanto para la madre como para el bebé. Sin embargo, en las últimas 3 décadas ha sido reconocido como un problema de salud pública dadas las bajas tasas de incidencia y duración de la lactancia. De hecho, en los países europeos, estas cifras se encuentran por debajo de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cual establece en los 6 primeros meses de vida una alimentación basada exclusivamente en leche materna y, a partir del séptimo mes, acompañada paulatinamente de la alimentación complementaria (también conocida como “beikost”) hasta aproximadamente los 2 años de vida.

Entre las causas de estas cifras tan nefastas se encuentran los períodos de baja, relativamente cortos, para embarazo ofrecidos por las empresas, la falta de aceptación social al amamantamiento en lugares públicos (un tremendo atraso para estos tiempos que corren) y el miedo de la gestante a experimentar una deformidad en sus senos.

¿Por qué la leche materna es ideal para el bebé?

Pero… ¿qué es lo que hace la leche materna tan idónea para el bebé? Pues bien, respondiendo a esta pregunta, conozcamos detalladamente su composición y, como consecuencia, los beneficios obtenidos de ella.

Desde el momento en que se da a luz, se pone en funcionamiento los mecanismos fisiológicos para seguir la alimentación del bebé, pasando de la alimentación intrauterina a la alimentación vía oral. Así pues, desde este momento, la leche materna va sufriendo una especie de proceso de maduración, adaptándose a los requerimientos del recién nacido, por lo que nos encontramos con 4 tipos de leche a lo largo de la lactancia.

Tipos de leche materna y composición

El primer tipo es conocido como leche pre término, característica de los partos prematuros. Ésta se caracteriza por tener una composición rica en proteínas, inmunoglobulina A y lactoferrina, adaptada a las necesidades del niño prematuro. Igualmente, a causa del escaso desarrollo enzimático en el tubo digestivo del bebé, también se caracteriza por un escaso contenido en lactosa.

A los 3 o 4 días tras el parto, la leche cambia su composición, pasándose a denominar calostro, caracterizada por el aporte de una gran densidad de nutrientes en poco volumen, adaptándose a la capacidad renal reducida del recién nacido.

Más tarde, a los 10 días aproximadamente, se da lugar un incremento brusco en la producción de leche, llegando a los 600-800 ml/día y ésta vuelve a variar su composición. De hecho, es conocida como leche de transición a lo que ya denominamos como leche madura.

La leche madura es la que ya se va a instaurar hasta el final de la lactancia. Su aporte energético es de una 70 kcal/100 ml, el cual proviene principalmente de las grasas y los hidratos de carbono, respectivamente. Su contenido proteico está basado principalmente en lactoferrina y lactoalbúmina, con una ligera presencia de caseína. En cuanto a los hidratos de carbono, el protagonista es la lactosa, representando el 90% de éstos y la que facilita la absorción intestinal de hierro y calcio. Igualmente, se trata de un nutriente esencial en esta etapa puesto que promoverá el desarrollo de la enzima lactasa en el bebé, previniendo posibles futuros problemas de intolerancia a la lactosa. Respecto a la grasa, es importante saber que su aporte se incrementa al final de la toma, por lo que es de vital importancia que el bebé la termine, para asegurarnos un adecuado aporte en colesterol y en ácidos grasos esenciales para el óptimo desarrollo de su organismo. Por último, cabe destacar que la leche madura es rica en vitaminas (A, E y vitaminas hidrosolubles) y pobre en minerales con el fin de no sobresaturar el bebé con una sobrecarga renal. Igualmente, también contiene hormonas y factores de crecimiento beneficiosos para la recién nacido.

Beneficios de la lactancia materna

Una vez que ya sabemos la composición de la leche materna procederemos a exponer sus beneficios, tanto para la madre como para el bebé:

  • Proporciona en todo momento protección inmunológica al bebé (lactoalbúbima, Ig A), reduciendo el riesgo de padecer alergias.
  • Gracias a su composición es de fácil digestibilidad por el sistema digestivo del niño.
  • Aporta sustratos para un desarrollo óptimo de la flora intestinal.
  • Favorece el desarrollo mandibular y la coordinación succión-deglución-respiración.
  • Igualmente, hay estudios que evidencian que el desarrollo intelectual y psicomotor también se ven favorecidos.
  • Es un recurso muy económico y ecológico.
  • En todo momento, su composición nutricional se adapta a las necesidades fisiológicas del bebé.
  • Fomenta el vínculo madre-bebé.
  • Reduce el riesgo de muerte súbita en el bebé.

Entonces, ¿es que acaso los sucedáneos para bebés como sustitutos de la leche materna son perjudiciales? Pues bien, como respuesta a esta pregunta no podemos garantizar un “NO” rotundo, ya que hay estudios que evidencian su escaso nivel de idoneidad frente a la leche materna (mayor incidencia de enfermedades a largo plazo y de mayor gravedad, mayor incidencia de procesos infecciosos, enterocolitis necrosante, menor desarrollo cognitivo-psicomotor, etc.). Igualmente, el destete precoz también trae consigo inconvenientes que afectan a la madre como, por ejemplo, una menor pérdida de peso ganado para la gestación o mayor riesgo de cáncer de mama por un menor desarrollo de las glándulas mamarias, entre otros.

El mejor alimento para el recién nacido es la leche materna. Y tú, ¿le darás a tu bebé lo mejor?

Bibliografía

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