Hace tiempo, tuve el placer de ser coautora de un proyecto muy interesante, en el cual mis compañeras y yo nos propusimos analizar bajo la luz de criterios médico-científicos bien fundamentados los consejos dietéticos que suelen llenar las páginas de las revistas destinadas a chicas adolescentes. Debido a las limitaciones de tiempo y espacio que nos vinieron impuestas, al final optamos por seleccionar dos artículos sobre alimentación que nos parecieron especialmente representativos de lo que fuimos encontrando a lo largo de dos meses de lectura atenta de varias publicaciones de este tipo – que, todo sea dicho, fueron una auténtica tortura intelectual.
Si bien los dos artículos que analizamos no proponían dietas estructuradas, es cierto que ofrecían una serie de consejos sobre alimentación encaminados, según siempre se especificaba, a reducir el peso corporal. A pesar de que apuntaran causas diferentes, como la belleza en un sentido amplio o bien (y sólo en último término) la salud, el objetivo principal siempre era el adelgazamiento. De esta manera se favorece que las adolescentes perciban los hábitos alimentarios como una manera de ejercer control sobre el peso y no como un instrumento de consecución de una mejor salud y, por tanto, una óptima calidad de vida.
Parece ser, pues, que estas revistas adoptan como bandera una especie de «doble moral». Por un lado animan a las adolescentes a alimentarse de manera saludable de acuerdo con los consejos de médicos y nutricionistas sobre aquellos grupos de alimentos que son más adecuados para las necesidades en esta franja de edad; pero por otra parte las alientan a hacerlo con fines estéticos (casi siempre de adelgazamiento), sin hacer prácticamente referencia a la necesidad de disfrutar de una buena salud. En otras palabras: es probable que una adolescente que siga punto por punto los consejos de estas publicaciones coma de forma saludable, pero seguramente no lo hace tanto por estar sana como para alcanzar o mantenerse en un peso deseado (que no saludable). De este modo, la consecución de una alimentación aconsejable por todos los beneficios que conlleva a nivel de salud queda en un segundo plano ante la consecución de una alimentación que permita estar delgada o, mejor aún, que evite engordar. Se asimila, en general, la salud a la posesión de un cuerpo atractivo bajo el prisma del cánon estético occidental dominante. De esta manera, un cuerpo delgado, que tradicionalmente había sido siempre sinónimo de enfermedad, pasó en un momento dado de la historia, paradójicamente, a ser signo de salud, ya que supuestamente indicaría que su poseedora tiene gran cuidado de su alimentación.
En ninguno de los artículos analizados se hacía referencia a los riesgos de iniciar dietas sin supervisión profesional, ni se incluían datos sobre el peso o el IMC que se consideran saludables, ni tampoco se alertaba a las adolescentes del riesgo de desarrollar trastornos de la conducta alimentaria. Se animaba a todas las lectoras, indiscriminadamente, a considerar que necesitaban perder peso (ni que fueran unos pocos kilos) y a introducir cambios en su alimentación habitual para lograrlo, además de dejar a su criterio personal la decisión de hasta qué punto necesitaban adelgazar. Por lo tanto, se considera que el normopeso del cual parten la mayoría de las adolescentes no es suficiente para lograr ser bella, atraer las miradas y ponerse la ropa que a una le apetezca con la seguridad que le quedará bien. Se presiona, pues, a favor de un normopeso tirando hacia la franja más baja o, directamente, un infrapeso.
Suponiendo el caso de las lectoras que ya parten de una situación de infrapeso, es evidente que la peligrosidad de seguir estas recomendaciones dietéticas es aún mayor. Además, los redactores de los artículos parecen desconocer que una pérdida de peso, aunque no sea importante, puede desencadenar los mecanismos biológicos que llevan a la anorexia nerviosa.
¡Cuánto daño acabarán haciendo estas revistas a nivel de salud! Tanto físico como mental, una lacra de modelo social, estético y de consumo que lastra muchas otras tantas cosas.
¡Un salud! ¡Buen artículo!