
Existe un vínculo entre la influencia negativa de los medios de comunicación y la visión que la gente joven tiene de su cuerpo. A veces l@s niñ@s aprenden ciertos comportamientos y construyen su escala de valores a partir de los mismos. Sabemos que la presión de los medios seguirá existiendo porque se sustenta sobre una poderosa industria y una serie de valores muy arraigados a escala macrosocial. Por lo tanto, es preciso que l@s jóvenes aprendan a enfrentarse a los mass media con unos nuevos ojos que les permitan mostrar posicionamientos críticos ante mensajes como los de estas revistas e, incluso, llegar a cuestionarlas hasta el punto de dejar de consumirlas. Así, el objetivo principal de la educación en medios es ayudar a la población escolar a entender de qué manera se articulan los mensajes y el gran poder que tienen los medios de comunicación. Como éstos, fomentando la comparación social con modelos de belleza ideales, repercuten en alto grado sobre la autocrítica en las personas jóvenes, provocando un sentimiento de fracaso y de impotencia que a la vez conlleva la búsqueda utópica del cuerpo ideal de por vida. Así, una estudiante alfabetizada en medios sabrá descifrar y analizar los mensajes de los medios y, por tanto, será menos vulnerable a las estrategias de marketing empleadas para inducir a l@s jóvenes al consumismo. Estos programas de alfabetización pretenden promover la idea de que la diversidad y el hecho de ser único son hechos respetables y de gran valor. Todo esto se desarrolla a partir de diversas actividades como, por ejemplo, analizar los estereotipos masculinos y femeninos y entender que no nos hemos de asimilar a los mismos, con el fin de hacer consciente a la juventud de la manera mediante la cual los medios crean normas sociales en la nuestra sociedad y del hecho que cada persona es única y, por tanto, posee una apariencia única e irrepetible.
Paralelamente, habría que poner a su disposición otros medios donde pudieran encontrar fácilmente información fiable para contrastarla con la que reciben por otras fuentes. También es conveniente seguir realizando campañas de prevención de los trastornos de la conducta alimentaria enfatizando el papel predisponente que juega el hecho de ser lectora asidua de este tipo de revistas, tal y como se ha demostrado repetidas veces a nivel internacional. En un último plano, sería bueno presionar legalmente a los responsables de este tipo de revistas para que revisen sus contenidos, cesen la apología de la anorexia y la bulimia y ofrezcan información contrastada sobre los hábitos alimentarios que se consideran saludables para una chica en edad adolescente. En cuanto a los editores de revistas femeninas dirigidas en principio a adultas, habría que hacerles notar (si es que no lo saben ya) que sus publicaciones caen a menudo en manos de chicas menores de edad fácilmente susceptibles de malinterpretar y/o seguir ciegamente sus consejos, los cuales, dicho sea de paso, no son recomendables ni para ellas ni para ninguna otra mujer.
En este sentido, no está de más recordar algunas de las directrices propuestas en 1995 por el Advertising Standard Authority (ASA), organismo británico dedicado a velar por la legalidad, ética y responsabilidad social de la publicidad (y especialmente aquélla dirigida a niñ@s y adolescentes), entre las cuales se contemplaban:
- Los anuncios no deberían sugerir que es deseable tener un peso inferior al normal
- Los anuncios de cualquier régimen o centro de adelgazamiento no deberían dirigirse a personas menores de diecisiete años, ni contener nada que les resulte especialmente atractivo
- Los anuncios no deberían especificar que se pueden perder cantidades concretas de peso o que se puede perder peso de partes concretas del cuerpo.
Estos principios son perfectamente aplicables al caso que nos ocupa. A pesar de que, de momento, éstas y otras iniciativas no han pasado de ser declaraciones de buenas intenciones, no son pocos los organismos que últimamente están mostrando preocupación por los malos hábitos alimenticios del sector adolescente, ya sean «por exceso» o «por defecto». Cada vez es más evidente, pues, la urgencia de poner remedio a esta preocupante situación.