
Cuenta la leyenda que un sabio japonés paseaba por los jardines de un templo una mañana de invierno tras una gran tormenta de nieve. La nieve estaba amontonada encima de las ramas de los árboles, en los robles altos y fuertes y en los jóvenes sauces de finas ramas. El hombre confiaba en que la dureza de la madera del roble le haría resistir los embates de la tormenta. Sin embargo, pensaba que el pequeño sauce saldría peor parado. Pero observó que a medida que la nieve se amontonaba en el roble, llegaba un momento en que el peso de la nieve vencía la resistencia del árbol, haciendo crujir sus ramas y dejando al árbol muy dañado. Por lo contrario, las ramas flexibles del sauce eran flexibles y cuando el peso de la nieve era superior a la resistencia de la rama, cedía y dejaba caer la nieve, recuperando su posición natural.
De aquí salió el principio de la no- resistencia, de ceder a la fuerza del adversario. Este es el principio del Judo, que significa “el camino de la suavidad”.
Y en los orígenes de mi deporte, es donde se celebran algunas de las competiciones más importantes del mundo. La primera parada en Asia fue en Korea, para ir más tarde hacia Tokyo. Vía París, me montaba de nuevo en un avión para un nuevo torneo: Francia es el país de los quesos por excelencia y Air France no podía ser menos! El entrante fue una ensalada de pisto con pasta, de principal pollo con crema de queso acompañado de un puré de patatas, espinacas y zanahoria muy rico, y para postre una tartaleta de chocolate digna de cualquier pastelería. También había mandarina, y es una de las primeras veces que veo fruta entera en un menú en avión. Y queso brie ¡como no!
¡Examen aprobado con nota para Air France! ¿Próximo destino?