Había una vez…
En los países mediterráneos, la dieta tradicional era la basada en un alto consumo de frutas, verduras, legumbres y cereales; consumiendo lácteos, huevos, pescados y carne de una forma moderada. El aceite de oliva es clave en la dieta mediterránea porque es la fuente de grasa principal, a la cual se le atribuyen diversos beneficios. Esta dieta junto con la práctica de ejercicio físico regular aumenta nuestra esperanza de vida, a la par que disminuye la probabilidad de padecer enfermedades coronarias, obesidad, diabetes y cáncer.
La cruda realidad
Sin embargo, el patrón de consumo de los países mediterráneos, en especial, de los españoles, parece que cada vez se aleja más de la dieta tradicional, ya que se consume más carne roja y lácteos (por encima de la cantidad recomendada), disminuyendo el consumo de cereales, legumbres, frutas y verduras. Según estudios recientes, la mayoría de la población no ingiere las cantidades recomendadas de frutas y verduras, especialmente los niños, ya que la mayoría de ellos apenas ingieren una pieza de fruta al día, siendo posiblemente ésta una consecuencia de la obesidad infantil que está acuciando al país.
Los factores de riesgo de la obesidad infantil son entre otros: la falta de práctica deportiva, el alto consumo a de bollería, refrescos y embutidos y el bajo consumo de frutas y verduras etc.
Lo que sucede en la universidad
Entre la población universitaria sucede algo similar, los estudiantes han adoptado unos hábitos alimentarios en donde se excluyen principalmente las fuentes de vitaminas, minerales, agua y fibra (frutas y verduras) y se ingieren más proteínas y grasas animales.
Los estudiantes tienen un estilo de vida poco saludable: suelen hacer 3 comidas diarias que son desayuno, comida y cena (las ingestas recomendadas a lo largo del día son 5).
Los alumnos que ingieren algo a media mañana generalmente lo hacen en forma de chocolatinas o snacks, bollería, bebidas azucaradas o café. Padecen de monotonía alimentaria , su desayuno es deficiente, su dieta carece de alimentos frescos como frutas, verduras y pescado, sin embargo, predominan los fritos frente otras formas más sanas de cocinado.
Lo que se debería hacer (que dudosamente se hace)
Los jóvenes universitarios requieren de educación nutricional desde niños para poder desarrollar unos hábitos de vida saludables. No solo deberían ser educados los jóvenes, si no la población en general, pero es en éstos en quiénes nos centramos ahora. El seguimiento de la dieta mediterránea, aprovechando los alimentos que nos da esta tierra junto con un hábito de ejercicio físico diario sería lo ideal para gozar de un buen estado de salud.
La promoción de estos alimentos saludables es vital para que la población cambie sus malos hábitos y disfruten del consumo de fruta y verdura tanto por placer como por salud.
Bibliografía:
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