Mocos verdes persistentes: ¡Estamos comiendo fatal! Cómo va a ser normal que los niños tengan siempre mocos, y complicaciones inflamatorias, desde que inician la guardería.

¿Qué son los mocos? ¿Cuál es su función?

Los mocos son una sustancia pegajosa que fabrican las mucosas o revestimientos internos del cuerpo humano, principalmente en las vías respiratorias y digestivas, con el fin de atrapar a todos los agentes extraños que vienen desde el exterior.

En cada inspiración o bocanada de aire, se inhalan multitud de partículas, como polvo, pólenes, virus. microbios, etc. que el organismo atrapa gracias a la adherencia de los mocos.

Se calcula que el organismo produce al día más de un litro diario de mocos, tanto en las vías respiratorias, como digestivas. En caso de que haya algún factor desencadenante de mocos, como los virus catarrales o los pólenes, pueden aumentar a mucho más del doble.

Una vez atrapados los agentes extraños, son expulsados por la boca, nariz o tubo digestivo. No les han permitido pasar la primera frontera. El organismo ha realizado bien su función, gracias al mecanismo aduanero de los mocos.

¿Es normal que los niños tengan siempre mocos, y complicaciones inflamatorias, desde que inician la guardería?

¡No es normal, como va a ser normal!

  • Como tampoco es normal que se acatarren continuamente cuando inician la guardería, sin levantar cabeza.
  • Que compliquen frecuentemente con enfermedades infecciosas, generalmente bacterianas como otitis y rino-sinusitis.
  • Que les baje con frecuencia el catarro al pecho y les originen toses irritativas bronquiales, con pitos y fatiga.
  • Que uno de cada tres niños, acabe teniendo asma infantil. (Una de las «enfermedades de la civilización occidental» que va en aumento cada año, como el sobrepeso y las alergias).
  • Que tosan hasta producirles arcadas, vómitos, congestión facial y ahogos.
  • Que tengan fiebres altas con intensa afectación del estado general. Dolores de garganta, de barriga, de cabeza, musculares, etc. que los incomodan y les hacen llorar.
  • Que tengan inapetencia extrema, que suele durar más tiempo de lo que nos gustaría y los deja con una debilidad manifiesta.
  • Que respiren con la boca abierta permanentemente, porque no pueden respirar por la nariz.
  • Que no descansen adecuadamente por la noche, porque se les obstruyen las vías respiratorias, y obligan a mantener en vigilia al resto de la familia.
  • Que hagan de las urgencias y los centros de salud su segunda vivienda, por el tiempo que permanecen en ellos contra su voluntad.
  • En resumen, una verdadera paliza, tanto para los niños, como para sus cuidadores, que deja a todos exhaustos y angustiados. Con muy pocos deseos paternos de volver a tener nuevos hijos que repitan esta atormentada experiencia.

Es verdad que en los primeros años de vida, el sistema inmunitario todavía no ha madurado lo suficiente y tiene debilidades que deben ser protegidas por sus cuidadores, pero de ahí a lo que está sucediendo en las consultas de pediatría hay mucho trecho.

Con la edad, el sistema defensivo se hace más potente y es más efectivo, pero no puede ser normal que lleguemos a estos extremos, y mucho menos cuando finalmente nuestros niños, tienen que ser operados de amígdalas y vegetaciones porque se ahogan, no pueden tragar, y complican los catarros excesivamente.

Decir que esto es normal, es aceptar la derrota.

Es aceptar que no somos capaces de evitar o prevenir este estado deplorable de la salud inmunitaria e inflamatoria de nuestros niños.

¿Debemos tratar el exceso de mucosidad con mucolíticos y descongestivos?

Si hubiera una medicina o fármaco que eliminase o despejase la producción de mocos, dejaríamos al organismo desprotegido de una importantísima misión, la de atrapar a los agentes extraños y proteger a las mucosas.

Como hemos dicho al comienzo, los mocos tienen una función saludable. No se trata de ir contra ellos, sino de ayudar al organismo a realizar su función de selección de lo que entra por la boca y limpieza o eliminación de lo que sobra.

Si hay un exceso de mucosidad, debemos preguntarnos, si hay agentes desencadenantes contundentes que lo están favoreciendo o con mucha más probabilidad, si hay una excesiva híper-respuesta del organismo a pequeños estímulos, que no deberían producir tanta mucosidad.

Si una ciudad amurallada está siendo atacada por un ejército enemigo, es normal que se activen los sistemas defensivos, se cierren las puertas blindadas, se toquen las campanas a rebato advirtiendo del peligro, se repartan las armas entre los ciudadanos, y que estos acudan a las murallas para defenderla.

Pero si los atacantes son insignificantes, con poca entidad, pequeños bandidos y malhechores, no será preciso activar todo el sistema de alarma general. Bastarán los mecanismos aduaneros y la policía de la frontera hará el resto. No tendrán problemas para controlar estas menudencias y no será necesario hacer un llamamiento general.

El sistema inflamatorio está funcionando mal y se dispara frente a estímulos menores, que no deberían activarlo. El sistema inmunitario no parece reconocer adecuadamente a los agentes extraños insignificantes de los verdaderamente peligrosos.

A causa de la activación no controlada de los mecanismos inflamatorios se disparan en cadena todos sus eslabones, entre ellos los que estimulan a las glándulas mucosas, que inundan de moco las vías respiratorias.

¿Qué nos dice la medicina basada en la evidencia?

Cada vez hay más evidencia de lo poco eficaces que son los fármacos o medicamentos en el tratamiento de la mucosidad infantil y de los catarros.

Las principales agencias nacionales de medicamentos europeas, los desaconsejan en menores de 4-6 años, por su poca eficacia, por sus efectos secundarios, que a veces pueden ser peligrosos y finalmente por que son causa de intoxicaciones involuntarias graves en los niños.

No quiero profundizar más en este asunto, porque hay muchos artículos sobre este tema muy bien trabajados. Podéis ampliar la información en estos enlaces: Medicamentos para los catarros, ¿son eficaces, son seguros? Familia y salud, y Medicamentos para tratar el catarro. En familia.

Afortunadamente nuestro cuerpo tiene la mejor arma contra los catarros: ¡El sistema inmunitario!

Todo el mundo puede observar que unos niños se defienden mejor que otros. Hay niños que apenas se ponen enfermos. Que no vienen casi nunca a la consulta, a pesar de ir al colegio. Parece obvio decir que se defienden bastante bien.

A partir de los 5-6 años, el sistema inmunitario alcanza su madurez y la mayoría de los niños – ahora sí- dejan de acudir a la consulta de pediatría. Parece milagroso.

Estaremos todos de acuerdo, en que detrás de todo esto está el sistema inmunitario. Pero ¿Dónde está? ¿Está desaparecido? ¿No funciona?

No funcionan adecuadamente, sus mecanismos están siendo alterados por una alimentación incorrecta.

Si corregimos los errores alimenticios, las mucosidades vuelven a ser aliadas de nuestro organismo, y nos ayudan a rechazar a los agentes extraños que no queremos que penetren en nuestro sistema.

¡Estamos comiendo fatal! ¡Estamos alimentando mocos!

Estamos trabajando con esta hipótesis, y hemos visto, que corrigiendo los errores alimenticios, el sistema inmunológico y el inflamatorio corrigen sus desajustes y vuelven a funcionar correctamente.

Hemos abandonado la Dieta Mediterránea Tradicional, a pesar de que ha sido proclamada Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

En el próximo artículo, Alimentando mocos (2ª parte), os desvelaremos como hemos llegado a esta situación, cómo hemos sobrecargado el sistema inmunitario y cómo hemos alterado la funcionalidad del sistema inflamatorio. También os explicaremos qué podemos hacer para evitarlo.

 

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